“Le solicitamos al Gobierno que afinara una sola política frente a esta mesa (…), queremos un solo interlocutor (con el) que si la mano derecha construye, la otra no destruye”, manifiesta Beltrán, tras la publicación de un comunicado conjunto, luego de una reunión en Caracas, que refleja el compromiso de consultar con sus bases para buscar fórmulas de desatascar el diálogo.
Se trata -explica- de desatar “nudos” para “volver sobre el trabajo de resolver los factores de crisis” en el próximo encuentro, también en la capital venezolana, entre el 19 y el 25 de noviembre, y “poder normalizar la mesa”, lo que significa celebrar una séptima ronda de negociaciones.
Tras el sexto ciclo, desarrollado en enero en La Habana, las partes se reunieron en mayo -cuando alcanzaron un primer acuerdo, al firmar un modelo de participación de la sociedad civil en el proceso, pese a que ya había choques- en Caracas, misma sede elegida para el encuentro de esta semana, y el próximo, en poco más de un mes.
Una séptima ronda -adelanta- probablemente se centraría en “dos grandes propósitos: un nuevo cese de fuego bilateral -luego de un inédito alto a las hostilidades que se extendió un año, hasta agosto pasado- y echar a andar todo el proceso de la sociedad colombiana en el proceso de la paz”.
“Política dual”
Beltrán critica la “política dual” del Ejecutivo colombiano, pues -ejemplifica- mientras duró la tregua de paz, que define como un periodo de “problemas y aciertos”, hubo quienes buscaron ”el debilitamiento militar” de la guerrilla, porque -alerta- “en el Gobierno hay sectores muy opuestos a que esta mesa prospere”.
“Este Gobierno se ha caracterizado por tener varios matices, varias caras (…) frente a nosotros le pedimos que haya un solo interlocutor, esas son las consultas que ellos van a hacer”, dijo.
El ELN, que en los distintos ciclos se sentó a la mesa de negociación con el Ejecutivo colombiano en Caracas, La Habana y Ciudad de México, defiende su legitimidad como “única instancia de negociación y decisión”, especialmente, frente al diálogo regional que el Gobierno estableció en el departamento de Nariño (suroeste) con Comuneros del Sur, supuestamente escindido del ELN.
“Eso se llama perfidia, porque en los protocolos del cese estaba prohibido eso. Entonces ya lo hicieron. Ahora lo dijimos, reconozcan que es un error y díganos cómo lo van a enmendar”, sostiene Beltrán.
“Si hay incumplimientos a acuerdos anteriores, obvio que nosotros no tenemos mucha motivación para firmar nuevos acuerdos. En ese punto estamos”, añade.
El jefe de la guerrilla cree que Petro “muchas veces dice cosas que denotan que no es socio en este proceso de paz”, por lo que lo insta a ejercer un liderazgo en favor de estas negociaciones, pues hasta ahora “sus referencias a esta mesa no son tan positivas”.
Oferta y exigencia
A su juicio, acudir a la reunión de Caracas muestra la “voluntad de paz” del ELN para reconectar la vía de diálogo, sobre todo -subraya-, al cumplirse dos años del compromiso del Gobierno de sacar a esta guerrilla de una lista de grupos criminales, promesa que el Ejecutivo aún no ha cumplido.
“Para que quede claro que no somos una organización de delincuencia común (…), nuestra dirección dijo: bueno, dígale al Gobierno que haga esa recaracterización sobre el ELN (…) no han hecho la tarea”, insistió.
Pese a todo, Beltrán dice que es momento de abordar los problemas y hacer “análisis conjunto”, para que eso “posibilite también estructurar unas salidas conjuntas”, especialmente de cara a los 20 meses que le quedan al Gobierno de Petro, tiempo en el que las partes se comprometieron a “avanzar lo máximo posible”.
“Quisiéramos llegar con un avance de acuerdos sobre transformaciones muy grandes, (…) y en el campo de ponerle fin al conflicto armado (…) firmamos unos protocolos que cubren muchas cosas de la confrontación entre el ELN y el Estado y en la medida que esto madure, este proceso de cese bilateral, vamos incluyendo nuevos aspectos de la confrontación que tenemos”, concluyó.